(1895-1976)
Por: Harold Alvarado Tenorio
Tomado de: Ajuste de Cuentas
Francisco de Asís León Bogislao de Greiff Haeusler (Medellín, 1895-1976), descendía de un bisabuelo sueco y un abuelo alemán, pero era absolutamente antioqueño, [una de sus bisabuelas era hermana o prima de José María Córdoba], esa estirpe de hombres y mujeres que crearon un país mediante la lucha y la derrota contra las adversidades y la maldad humanas. Y nadie, más que él, recibió en vida, el afecto y admiración que una nación puede ofrecer a sus poetas. León de Greiff fue sin duda el artista e intelectual colombiano mas adorado del siglo, amado por su rebeldía, admirado por su inteligencia y humildad, reverenciado como amigo y como poeta.
Sus antepasados europeos fueron camareros ducales, mariscales, coroneles, prelados y aristócratas de corte. El primero en llegar a tierras colombianas, en los años veintes del siglo XIX, atraído por la fiebre del oro que había propiciado la publicación en Londres de un libro sobre el país, de Francisco Antonio Zea, fue Carl Sigismund Fromholt von Greiff y su esposa Lovisa Petronela Faxe, ingeniero y matemático, que recorrió Antioquia en muchas direcciones, tantas como para publicar en Europa el primer mapa de la provincia que se conoce y un diario minucioso que acopia numerosas costumbres de las gentes de su tiempo. Este personaje de novela tuvo numerosa descendencia y vivió en Medellín, Amalfi, Río Negro, Anorí, Dabeiba, etc. Pero fue quizás, su padre, Luis de Greiff Bravo, la personalidad que más influyó en su carácter. Luis de Greiff fue en su juventud escritor y colaboró en Medellín, gracias a su vastísima cultura, en importantes revistas de entonces, junto a otros intelectuales como Francisco de Paula Rendón o Abel Farina. Luego se interesaría en asuntos públicos y al lado de un grupo de liberales radicales publicó el periódico La Organización, que gozó de gran prestigio e imitaba ideológicamente al Manchester Guardian o el Corriere della Sera. El padre del poeta fue miembro de la dirección liberal que presidía Rafael Uribe Uribe y senador por Antioquia en varios periodos. Juan Lozano y Lozano sostiene que León de Greiff, era, en su carácter y aficiones, un vivo trasunto de su padre:
“un estoico que ha aprendido a mantener la mente en absoluta independencia de toda circunstancia externa: un hombre que vive de la savia de sí mismo y no obedece ni teme sino la censura que le dicte su propio corazón. León ama el arte por el arte, ciertos principios morales por sí mismos, la amistad de sus amigos por sí misma, sin esperar nada de nadie. Mira con igual indiferencia elogios y diatribas, miserias y holganzas, honores y silencios o desvíos. Pero es meticuloso en los principios de la dignidad, de la lealtad, de la hombría a carta cabal. Como la de su padre, la probidad de León es un axioma y su sinceridad lo mismo de valerosa y cortante. Nunca ha hablado mal de ningún amigo, nunca se ha quejado de nada, nunca ha atribuido a nadie la culpa de sus propias desventuras o congojas.”
Musicólogo, ajedrecista, estadígrafo y auditor de cuentas, experto en crucigramas, algebrista y mago de los números, alto, hercúleo, rojizo, barbado, con sus trajes deshilachados y los bolsillos repletos de papeles, en la Escuela de Minas de la Universidad de Antioquia hizo tres años de carrera para ingeniero y luego estudió derecho en la Universidad Libre de Bogotá, pero había sido, a los 18 años, secretario privado de Rafael Uribe Uribe. En Medellín, tras el asesinato del héroe, creó un grupo y una revista fugaz: Los Pánidas. Ya desde esos tiempos se aficionó al uso de seudónimos como Gaspar de la Nuit, encarnando a un personaje vago, demente y enemigo del comportamiento de la gente corriente. Fue luego cajero de un banco y administrador de una empresa que construía un ferrocarril cerca del río Cauca, en Bolombolo, donde estuvo tres años y donde parece haber creado un mundo poético que compartía con Matías Aldecoa, Erik Fjordson, Ramón Antigua, Leo Le Gris, Sergio Stepansky, etc. Luego de su matrimonio con Matilde Bernal Nichols ocupó diversos cargos en el ministerio de educación y hasta fue profesor de la Universidad Nacional, donde enseñó literatura y música. En 1958 Alberto Lleras Camargo lo nombró secretario de la embajada de Colombia en Suecia, cargo en el cual duró poco tiempo. A pesar de su rechazo a reconocimientos recibió varias distinciones oficiales y viajó por varios países. Según propias declaraciones, otras de sus condecoraciones fueron «La Cruz del Sur», el «Dragón Enfermo», el «Grifo Desolado», el «Gato que pelotea», etc
Cuando publicó Tergiversaciones(1925), su primer libro de poemas, hacía una década habían aparecido los textos definitivos del Vanguardismo latinoamericano. Tergiversaciones es un volumen que puede calificarse de Modernista, pero allí está, en su origen, la voz que habría de identificarlo en el concierto de la poesía continental. Burla e ironía, olvidadas sintaxis, palabras envejecidas, neologismos y arcaísmos, juegos de palabras y antipoemas, galicismos, germanías y neologismos atado todo ello, a un deslumbrante ejercicio de habilidades verbales con un rigor musical muy suyo. El tema recurrente será el yo y su imposible comunicación con los otros. Porque la poesía fue para él la invención del otro mundo, verbal y mágico, que le sirviera de asidero para poder vivir las mezquinas realidades de una sociedad como la colombiana de los años de entreguerras. De Greiff se verá siempre como miembro de una élite de apartados, los poetas y los locos, que no pueden ser entendidos a causa de su refinada personalidad. Y a esta demencia, que le separa del resto de los hombres, va unido Eros a través de la noche lunática, la soledad, la abulia y el tedio, símbolos todos de su escepticismo. El reino del poeta será el amor y la muerte.
Yo vengo de un imperio fantástico, ilusorio,
de un abolido imperio lunario, ultra real,
donde todos los meses son uno; floreal,
y uno sólo el color: azul, bajo el cimborio
inmóvil de su cielo. Fantasma aleatorio,
fúnebre, disonaba mi ser en el coral
multisonoro de armonía ideal
y franca... , y me he venido con mi gesto mortuorio...
Inepto a la alegría yo soy. De la tristeza
uncido a la carroza, vago, por vaticinio
inapelable de la suerte dictadora:
ni el espejismo de la trivial naturaleza
(descaecida hétera afeitada de nimio...)
nada!... que va a curarme! ni tú, Muerte Señora!...
(Yo vengo de un imperio)
En sus libros posteriores: Libro de los signos(1930), Variaciones alrededor de la nada(1936) y Prosas de Gaspar (1937), De Greiff se apropiará de todas las conquistas de los Ismos pero sin tomar partido por ninguno de ellos. Será unas veces dadaísta, otras surrealista, otras anarquista y la mayor de las veces un creacionista, que desdeñando la realidad, o lo que por ello entendemos, prefiere crear otra realidad que interprete a aquella o nos aparte definitivamente del presente -¿Modernista?- que tanto repudia el poeta. De esa manera y por miles de vericuetos, De Greiff, escéptico y sensual, levantó un mundo de fantásticos personajes, con su flora y su fauna, y un lenguaje irrepetible para celebrar las cosas y los seres de ese mundo ilusorio.
Pudoroso y profundo como poeta elegiaco; -escribió Jorge Zalamea en el prólogo a sus Obras Completas- proteico y salaz e impertinente en la poesía erótica; zanjante y pungente en la dramática; terso, veraz y voluptuoso en la bucólica; convincente en sus variaciones didácticas; raudo en la sorpresa y moroso en la delectación lírica; avisado piloto y avizor cofanero en un género especial suyo: la poesía náutica; insuperado aún la poesía-música castellana, León de Greiff ha sido y es, por adehala, uno de los más grandes poetas satíricos de nuestra lengua.
Por: Harold Alvarado Tenorio
Tomado de: Ajuste de Cuentas
Francisco de Asís León Bogislao de Greiff Haeusler (Medellín, 1895-1976), descendía de un bisabuelo sueco y un abuelo alemán, pero era absolutamente antioqueño, [una de sus bisabuelas era hermana o prima de José María Córdoba], esa estirpe de hombres y mujeres que crearon un país mediante la lucha y la derrota contra las adversidades y la maldad humanas. Y nadie, más que él, recibió en vida, el afecto y admiración que una nación puede ofrecer a sus poetas. León de Greiff fue sin duda el artista e intelectual colombiano mas adorado del siglo, amado por su rebeldía, admirado por su inteligencia y humildad, reverenciado como amigo y como poeta.
Sus antepasados europeos fueron camareros ducales, mariscales, coroneles, prelados y aristócratas de corte. El primero en llegar a tierras colombianas, en los años veintes del siglo XIX, atraído por la fiebre del oro que había propiciado la publicación en Londres de un libro sobre el país, de Francisco Antonio Zea, fue Carl Sigismund Fromholt von Greiff y su esposa Lovisa Petronela Faxe, ingeniero y matemático, que recorrió Antioquia en muchas direcciones, tantas como para publicar en Europa el primer mapa de la provincia que se conoce y un diario minucioso que acopia numerosas costumbres de las gentes de su tiempo. Este personaje de novela tuvo numerosa descendencia y vivió en Medellín, Amalfi, Río Negro, Anorí, Dabeiba, etc. Pero fue quizás, su padre, Luis de Greiff Bravo, la personalidad que más influyó en su carácter. Luis de Greiff fue en su juventud escritor y colaboró en Medellín, gracias a su vastísima cultura, en importantes revistas de entonces, junto a otros intelectuales como Francisco de Paula Rendón o Abel Farina. Luego se interesaría en asuntos públicos y al lado de un grupo de liberales radicales publicó el periódico La Organización, que gozó de gran prestigio e imitaba ideológicamente al Manchester Guardian o el Corriere della Sera. El padre del poeta fue miembro de la dirección liberal que presidía Rafael Uribe Uribe y senador por Antioquia en varios periodos. Juan Lozano y Lozano sostiene que León de Greiff, era, en su carácter y aficiones, un vivo trasunto de su padre:
“un estoico que ha aprendido a mantener la mente en absoluta independencia de toda circunstancia externa: un hombre que vive de la savia de sí mismo y no obedece ni teme sino la censura que le dicte su propio corazón. León ama el arte por el arte, ciertos principios morales por sí mismos, la amistad de sus amigos por sí misma, sin esperar nada de nadie. Mira con igual indiferencia elogios y diatribas, miserias y holganzas, honores y silencios o desvíos. Pero es meticuloso en los principios de la dignidad, de la lealtad, de la hombría a carta cabal. Como la de su padre, la probidad de León es un axioma y su sinceridad lo mismo de valerosa y cortante. Nunca ha hablado mal de ningún amigo, nunca se ha quejado de nada, nunca ha atribuido a nadie la culpa de sus propias desventuras o congojas.”
Musicólogo, ajedrecista, estadígrafo y auditor de cuentas, experto en crucigramas, algebrista y mago de los números, alto, hercúleo, rojizo, barbado, con sus trajes deshilachados y los bolsillos repletos de papeles, en la Escuela de Minas de la Universidad de Antioquia hizo tres años de carrera para ingeniero y luego estudió derecho en la Universidad Libre de Bogotá, pero había sido, a los 18 años, secretario privado de Rafael Uribe Uribe. En Medellín, tras el asesinato del héroe, creó un grupo y una revista fugaz: Los Pánidas. Ya desde esos tiempos se aficionó al uso de seudónimos como Gaspar de la Nuit, encarnando a un personaje vago, demente y enemigo del comportamiento de la gente corriente. Fue luego cajero de un banco y administrador de una empresa que construía un ferrocarril cerca del río Cauca, en Bolombolo, donde estuvo tres años y donde parece haber creado un mundo poético que compartía con Matías Aldecoa, Erik Fjordson, Ramón Antigua, Leo Le Gris, Sergio Stepansky, etc. Luego de su matrimonio con Matilde Bernal Nichols ocupó diversos cargos en el ministerio de educación y hasta fue profesor de la Universidad Nacional, donde enseñó literatura y música. En 1958 Alberto Lleras Camargo lo nombró secretario de la embajada de Colombia en Suecia, cargo en el cual duró poco tiempo. A pesar de su rechazo a reconocimientos recibió varias distinciones oficiales y viajó por varios países. Según propias declaraciones, otras de sus condecoraciones fueron «La Cruz del Sur», el «Dragón Enfermo», el «Grifo Desolado», el «Gato que pelotea», etc
Cuando publicó Tergiversaciones(1925), su primer libro de poemas, hacía una década habían aparecido los textos definitivos del Vanguardismo latinoamericano. Tergiversaciones es un volumen que puede calificarse de Modernista, pero allí está, en su origen, la voz que habría de identificarlo en el concierto de la poesía continental. Burla e ironía, olvidadas sintaxis, palabras envejecidas, neologismos y arcaísmos, juegos de palabras y antipoemas, galicismos, germanías y neologismos atado todo ello, a un deslumbrante ejercicio de habilidades verbales con un rigor musical muy suyo. El tema recurrente será el yo y su imposible comunicación con los otros. Porque la poesía fue para él la invención del otro mundo, verbal y mágico, que le sirviera de asidero para poder vivir las mezquinas realidades de una sociedad como la colombiana de los años de entreguerras. De Greiff se verá siempre como miembro de una élite de apartados, los poetas y los locos, que no pueden ser entendidos a causa de su refinada personalidad. Y a esta demencia, que le separa del resto de los hombres, va unido Eros a través de la noche lunática, la soledad, la abulia y el tedio, símbolos todos de su escepticismo. El reino del poeta será el amor y la muerte.
Yo vengo de un imperio fantástico, ilusorio,
de un abolido imperio lunario, ultra real,
donde todos los meses son uno; floreal,
y uno sólo el color: azul, bajo el cimborio
inmóvil de su cielo. Fantasma aleatorio,
fúnebre, disonaba mi ser en el coral
multisonoro de armonía ideal
y franca... , y me he venido con mi gesto mortuorio...
Inepto a la alegría yo soy. De la tristeza
uncido a la carroza, vago, por vaticinio
inapelable de la suerte dictadora:
ni el espejismo de la trivial naturaleza
(descaecida hétera afeitada de nimio...)
nada!... que va a curarme! ni tú, Muerte Señora!...
(Yo vengo de un imperio)
En sus libros posteriores: Libro de los signos(1930), Variaciones alrededor de la nada(1936) y Prosas de Gaspar (1937), De Greiff se apropiará de todas las conquistas de los Ismos pero sin tomar partido por ninguno de ellos. Será unas veces dadaísta, otras surrealista, otras anarquista y la mayor de las veces un creacionista, que desdeñando la realidad, o lo que por ello entendemos, prefiere crear otra realidad que interprete a aquella o nos aparte definitivamente del presente -¿Modernista?- que tanto repudia el poeta. De esa manera y por miles de vericuetos, De Greiff, escéptico y sensual, levantó un mundo de fantásticos personajes, con su flora y su fauna, y un lenguaje irrepetible para celebrar las cosas y los seres de ese mundo ilusorio.
Pudoroso y profundo como poeta elegiaco; -escribió Jorge Zalamea en el prólogo a sus Obras Completas- proteico y salaz e impertinente en la poesía erótica; zanjante y pungente en la dramática; terso, veraz y voluptuoso en la bucólica; convincente en sus variaciones didácticas; raudo en la sorpresa y moroso en la delectación lírica; avisado piloto y avizor cofanero en un género especial suyo: la poesía náutica; insuperado aún la poesía-música castellana, León de Greiff ha sido y es, por adehala, uno de los más grandes poetas satíricos de nuestra lengua.
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